Una semana más, un capítulo más del diario de mi viaje centroeuropeo del pasado verano. En el día de hoy visité tres ciudades belgas, descubriendo su historia y arquitectura, así como una pequeña sorpresa dedicada al mundo de los parques Disney. Antes de empezar la jornada, como siempre, un listado de la historia hasta ahora:

¡Vamos a por el día 5!

Amanecía en Bruselas y de nuevo, tocaba madrugar para aprovechar al máximo la jornada cultural de este quito día de viaje. Tras disfrutar de nuevo el buffet de desayuno y despedirme del Hotel Sabina, a las 7:30 ya estaba en el primer tren del día, que en menos de 45 minutos me dejaba en la ciudad de Gante.

Gante

Gante es la segunda ciudad más poblada de Bélgica (sólo por detrás de Amberes) y tiene varios puntos de interés turístico y cultural. Comencé mi visita por la Catedral de San Bavón, lugar donde fue bautizado Carlos I de España y V de Alemania. Además de su la espectacular nave central, pude contemplar el retablo de la Adoración del Cordero Místico, obra de Jan Van Eyck del siglo XV, que marcó la transición de la pintura Gótica a la del Renacimiento.

En la plaza de la catedral hay una buena vista de la Torre del Campanario, símbolo de la autonomía de la ciudad y del poder de los gremios medievales en la ciudad. Dado que no disponía de mucho tiempo para visitar la ciudad, decidí no subir a la cima del campanario, donde se supone que hay las mejores vistas de Gante. Para la próxima.

Siguiente parada: el Ayuntamiento. Me quedé impresionado por su fachada gótica, que podría estar sacada del mismo Hogwarts. También dejé la exploración del interior para la próxima visita.

Mis pasos me llevaron después al Gravensteen, el Castillo de los Condes de Flandes. Esta fortificación medieval está en pleno centro de Gante y perfectamente restaurada, conservando incluso el foso con agua alrededor. Quedó pendiente también explorar el interior, pero por fuera era impresionante.

Y la última parada de la visita a Gante fue en su lugar más típico: el Graslei, o Muelle de las Hierbas. Inicialmente un puerto medieval, es hoy en día un lugar perfecto para pasear, tomar algo en una de sus terrazas, contemplar las fachadas perfectamente alineadas al otro lado del canal, o lo que hice yo: tomar una barca para dar un bonito paseo por los canales de la ciudad. Un simpático guía va comentando detalles de todas las zonas y edificios por los que se va pasando. Sin duda la mejor manera de descubrir los bonitos rincones de la ciudad.

Una vez finalizado el tour por los canales, y tras comprar algo de comida para llevar, era el momento de volver a la estación y montar en otro tren, esta vez en dirección a la costa y la ciudad de Ostende.

Ostende

El objetivo de visitar esta ciudad era uno y bien claro: visitar el festival anual de castillos de arena de Disney. Este es un evento que se organiza cada año en la playa de Ostende, con la colaboración de Disneyland Paris, y que es a todas luces espectacular.

Sobre unas 70 esculturas de arena, todas de mínimo unos dos metros de altura, representan escenas y personajes de multitud de películas de la compañía de Mickey. Desde los clásicos como Blancanieves y Cenicienta hasta las últimas incorporaciones: espacio preferente para Frozen, incluso un enorme mural de Marvel y otro de Star Wars.

Y sin duda las más impresionantes: reproducciones de las atracciones más conocidas de Disneyland Paris: Phantom Manor, Big Thunder Mountain y el impresionante Castillo de la Bella Durmiente.

Desde luego una visita más que recomendable si pasáis por Bélgica durante los meses veraniegos. Y si tenéis el pase anual de Disneyland Paris, se os queda la entrada a mitad de precio.

Dejando atrás las espectaculares esculturas de la playa de Ostende, era hora volver a la estación y coger un tercer tren de cara a la última ciudad en la ruta del día: Brujas.

Brujas

Una vez hecho check-in en el hotel (Hotel Ensor, totalmente recomendado por su situación, buenas instalaciones y la gran amabilidad de Mark, el chico de recepción) me dispuse a recorrerme esta ciudad de la que tanto (y tan bien) había oído hablar. Y qué mejor manera de empezar que cogiendo uno de los tours en barco por sus canales.

Las fotos hablan por si mismas (e hice tantas que me resulta muy difícil escoger cuales poner aquí). Brujas es una de las ciudades con más encanto y rincones fotogénicos de las que he visitado. Sus preciosos canales, sus callejuelas, la gran plaza del Ayuntamiento (The Burg), la del Mercado, el imponente campanario… me pasé desde las cinco de la tarde hasta bien entrada la noche (con un pequeño descanso para cenar en el hotel) paseando, haciendo fotos y dejándome sorprender por todo lo que esta pequeña ciudad tiene que enseñar. ¡Incluso pude observar, sentado en el banco de un frondoso parque, el entrenamiento de un equipo de Quidditch!

Sin duda me hubiese pasado varios días paseando con tranquilidad por sus calles, y tengo muy claro que más temprano que tarde, he de volver.

Y con el encanto de la noche de Brujas, llegó el final del quinto día de aventura. Llegaba la hora de descansar y cargar pilas, ya que se avecinaban cinco días seguidos de parques. ¡Hasta el próximo diario!

0