El despertador no suena, sino que somos nosotros los que nos despertamos antes. Concretamente es Sonia, que la oigo hablar con alguien "esta noche no te has calentado..." y ya si el momento fue de con quien habla? Cuando pasa por delante del armario mal rollero de nuestra habitación (ya veréis el vídeo) mete un bote, como si hubiera visto a alguien en el espejo que no es ella. Nuestra calefacción no funcionó en toda la noche, calentaba muy poco, y sí, era con el calefactor con quien hablaba Sonia, mientras que en la habitación de Dani y Lluís se estaba la mar de calentito.

Desayunamos a toda prisa, como aquel quien dice, y hicimos una pequeña visita por la calle donde estaba la casa rural, con algún que otro susto fallido en una cueva que había por allí, y nos dirigimos hacia Senda Viva, a ver a todos los demás participantes, que aún no los habíamos visto. Algunos llegaron con retraso, ya que su casa estaba bastante distanciada de los de las demás, así que los recibimos haciendo un pasillo en el parquing de Senda Viva. Tocan besos, abrazos, saludos... Con todas esas personas que hace meses que quizá no ves, y que tienes tantas ganas de volver a ver. 

El día en el parque estuvo genial, así como el parque en sí, empezamos con el bobsgleish (o como se escriba) donde Rubén me dejó preso haciendo nudos de mi zapato en el vagón, y luego ni @edudito, ni @dkr ni yo mismo me podían sacar de allí, y todas la gente que había en la estación riendo. Entramos en un cerco donde podías ver alguno que otro ciervo y más animales, para dirigirnos al tubing, un caos a la par de que divertido descenso por una pista deslizante.

También hubo momentos muy buenos cuando nos subimos en las barcas, dando vueltas sin avanzar, mover la barca de un lado a otro, o provocar casi un titanic cuando nos cambiabamos en mitad del lago. Nos la jugamos un poco, ya que los patos del lago hacían unos ruidos muy raros, y seguro que se tiraban encima tuyo a comerte poco a poco si caes al agua. 

Después de comer, lo mejor que puedes hacer es un tiovivo, para que baje la comida, o salga, depende quien se monte, o tirarse por la gran tirolina, de 650 metros de cable y desde lo alto de la montaña, sobrevolando todo el parque. Hubo muchas dudas cuando nos preparaban y nos llevaban hacia la montaña en un camión como si fueramos los protagonistas de la nueva película de Indiana Jones. Allí arriba los nervios estaban a flor de piel, y se notaba ya que algunos veían sangre en los arneses, otros bajaban las piernas en vez de levantarnas, otros se comían el cable de la tirolina... Pero la sensación es muy buena, y no da tanto miedo como parece, todo lo contrario. 

El único punto medio negativo que le doy al parque, tal y como hablamos con @hikary y @edudito es que algunos de los animales están un poco olvidados, y algunos tienen jaulas muy pequeñas, como los leones, que los pobres tenían poco espacio para correr. 

Acabamos el día en la mansión encantada, una pasada de mansión con un montón de efectos chulísimos. Además la historia es muy acertada, y los decorados y los efectos una pasada, así como la interacción entre la animación, los actores y el público. 

Pero aquí no acaba la cosa, ya que no nos fuimos a dormir... Pero esto ya es otra entrada

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