El nuevo parque de Ferrari muestra todas sus carencias en una inauguración fuera de lo común

Red Force, Ferrari Land

Cuando Port Aventura anunció la creación de un nuevo parque temático dentro de su resort, los aficionados de todo el mundo miraron con asombro. Ferrari, la escudería de coches lujosos por excelencia, decidió abrir su segundo parque temático a nivel mundial en la ciudad de Salou. Las noticias en torno a esta gran construcción levantaron revuelo y las expectativas se dispararon. Lástima que se quedara en eso... expectativas.

El viernes 7 de abril Ferrari Land abría sus puertas. Aficionados, expertos y periodistas de todo el mundo visitaron el parque y publicaron comentarios y noticias increíbles al respecto. Las expectativas, una vez más, volvieron a dispararse. Ferrari había construido una maravilla de parque. Qué afortunados somos de tenerlo tan cerca de casa, pensaba.

El sábado 8 tuve la oportunidad de visitar Ferrari Land. A las 10 de la mañana puse un pie en el parque. A las 10:30, toda esa emoción, ilusión y las ganas de pasarlo bien habían desaparecido. El nuevo parque de Port Aventura demostró ser una auténtica decepción víctima del over hype creado en torno a su figura. El trato clasista ante los críticos invitados, sumado a la dejadez hacia el resto de personas, esas que dan de comer al parque y pagan las acreditaciones del resto, pusieron la guinda al pastel más amargo que he probado en años. Port Aventura lo había vuelto a hacer.

CIUDAD DESIERTA

Como fan de los parques temáticos, esperaba que Ferrari Land me transportara a la Italia más artística. Que pasear por sus calles transmitiera esa sensación tan mágica que te hace olvidar que estas en España. Para mi sorpresa, lo que me encontré fue una explanada de pequeñas dimensiones carente de vida.

Ferrari Land se asemeja a un gran decorado de cine los días que no hay rodaje. El aspecto es perfecto. Los detalles y las fachadas están muy conseguidas; pero ahí se queda todo. No transmite nada. El parque carece de ese ambiente festivo, con personas emocionadas y animaciones temáticas. El parque, más que un complejo de ocio, parece una expo internacional de automóviles.

Las animaciones callejeras no aportan nada y suponen un gasto innecesario para el parque. Podrían modificarse o, en su defecto, suprimirse para reinvertir el dinero en algún otro aspecto. No tuve ocasión de ver el espectáculo (por falta de tiempo que expondré más adelante), pero un grupo de artistas haciendo acrobacias con bicicletas y canastas de baloncesto en un escenario minúsculo y escondido no me parece la mejor atracción en un parque Ferrari.

LAS ATRACCIONES

Ferrari Land cuenta con 11 atracciones (dos de ellas de pago, siendo una un simulador de 10 minutos con un precio de 25 euros). El sábado estuve las siete horas que abre el parque. Durante todo ese tiempo, pude montar en dos de ellas. Siete horas de parque, 60 euros de entrada, cinco largas horas de cola y tan sólo dos atracciones. Un desastre.

La primera atracción que probé fue Red Force. La joya de la corona. El acelerador vertical de Intamin. La coaster más rápida y alta de Europa. Una atracción a la altura de muy pocos parques. He de reconocer que mi experiencia en esta atracción fue agridulce. La primera vez que subí (después de tres horas de cola), quedé desilusionado. Esperaba una atracción muy intensa que me hiciera sentir sensaciones desconocidas. Lo que me encontré, montando en última fila, fue una montaña rusa muy básica que vibraba el día de su inauguración.

Antes del cierre del parque tuve la oportunidad de montar de nuevo. Esta vez pude probarla en primera fila y la experiencia fue infinitamente mejor. Sentí todas esas cosas que me faltaron en última fila y disfruté como un enano. Una pasada. Aunque todo sea dicho, es inadmisible que la única manera de disfrutar al 100% de la atracción sea montando en primera fila. Los otros diez pasajeros merecen también una experiencia Ferrari completa.

La otra atracción que pude probar fue Flying Dreams. El teatro animado de Ferrari me dejó un muy buen sabor de boca. La tecnología, pese a no ser la más avanzada y/o moderna del planeta, está muy por encima del resto de simuladores de Port Aventura y demás parques españoles. Volvimos a hacer dos largas horas de cola; pero he de reconocer que salí muy contento con la experiencia. Simple pero efectiva.

EL GRAN PROBLEMA

Más allá de las atracciones y dimensiones del parque, los grandes problemas de Ferrari Land son su gestión y operativas deficientes. Es inadmisible que una marca tan prestigiosa y reconocida como Ferrari tenga su oficina de atención al cliente llena de reclamaciones el día de su inauguración. Es inadmisible que 6.000 personas tengan que hacer de conejillo de indias porque la directiva no haya querido retrasar la apertura de un parque que no estaba a punto.

A día de hoy, sigo preguntándome cómo es posible que un parque al que se le llena la boca al hablar de todas las entradas que ha vendido, es incapaz de hacer que sus operativas funcionen bien. Port Aventura llevaba 10 días hablando del éxito en la venta de entradas y sabía todas las personas que iban a visitar su nuevo parque, ¿qué les habría costado preparar todo para que el estreno fuera un éxito? Lo triste de esto es que, en mayor o menor medida, me lo esperaba. Dejadez y pasotismo son dos adjetivos que acompañan a la directiva del parque desde hace ya demasiados años.

Estoy cansando de que el parque provoque largas colas para sacarle (más todavía) el dinero a sus clientes. Si sabes que el parque se va a llenar, ¿por qué no utilizas los tres trenes en tu atracción estrella? ¿Qué necesidad hay de tener lanzar un único tren de 12 pasajeros cada 3:20 minutos? Esto solo pasa aquí, que no os engañen.

Por si no fuera suficiente con los 60 euros de entrada, Port Aventura hace siempre todo lo que está en su mano para que te dejes otros 40-60 euros en tickets Express para acceder rápido a las atracciones. Entiendo que una empresa privada busca el máximo beneficio; pero cuando ofreces servicios, tienes que encontrar el equilibrio ideal entre generar dinero y satisfacer a tus clientes. Y esto, aunque muchos piensen lo contrario, no es tan difícil de alcanzar. Tan sólo tienes que viajar a otros parques para ver lo fácil que es hacer las cosas bien.

Por si no fuera suficiente con todas esas personas que han tenido que pagar por un Express, que llenan trenes completos mientras el resto de personas miran con impotencia desde la cola, Port Aventura decidió regalar a diestro y siniestro acreditaciones para YouTubers, Theme Park Experts y personalidades televisivas. Unos pases de cuatro días que les permitían acceder sin hacer cola a todas las atracciones. Unos pases clasistas y exagerados para tener a la gente contenta y comprar críticas positivas. Unos pases que, duela a quién le duela, pagamos todos los que hacemos cola bajo el sol enfadados por el dinero malgastado.

En los dos años que llevo acudiendo a actos y presentaciones acreditado como periodista, nunca he visto he visto semejante favoritismo a la hora de repartir acreditaciones. Nunca he visto a una empresa privada que trate, de manera descarada, a sus acreditados como marqueses para ganarse un puñado de reseñas positivas en la red. Puede que a muchos no les importe este detalle, pero a mí, alguien que vive y ama el periodismo, esto es inadmisible.

Los operarios no tienen culpa de nada. Son meros trabajadores. Personas que hacen lo que pueden para tener a la gente contenta, a pesar de la nula formación recibida, ¿en qué cabeza entra que los operarios se hayan formado dos días antes del estreno del parque? Es inadmisible que ponga en funcionamiento un parque sin haberle dado las instrucciones necesarias a tus trabajadores. Es triste, como aficionado y persona, ver a un grupo de trabajadores mirar impotente una vía o un panel de mando sin saber qué hacer, mientras los visitantes gritan alterados y mueren de calor en las colas.

Este tipo de comportamientos es una prueba más de que las prisas son no buenas. Si el parque hubiera abierto dentro de un mes, todos estos problemas se habrían solucionado y la operativa funcionaría como una máquina bien engrasada. Pero no, es mejor reírte de la gente que ha pagado su entrada y usarles para hacer experimentos.

RESTAURACIÓN

El único punto rescatable del día fue el servicio de restauración. El restaurante a la carta Cavallino fue una grata sorpresa. La decoración interior es fantástica y los trabajadores ofrecen un servicio excelente. Las raciones de pasta son adecuadas y los sabores muy buenos. Las pizzas, al contrario, eran congeladas. La única pega que le pondría son los precios. Razonables para tratarse de un parque (entre 9 y 20 euros el plato), pero con una relación calidad/precio muy inferior al de otros restaurantes como la Tagliatella.

Lo inadmisible es que el restaurante self-service, construido en el segundo edificio más grande del recinto, estuviera cerrado. Este tipo de establecimientos son los más transitados en los parques y ofrecen precios más económicos para familias que no pueden permitirse un restaurante a la carta. No es justo que mi entrada de 60 euros no incluya este servicio y la de una persona que visite el parque dentro de 10 días sí. Las prisas de la inauguración.

Un día en un parque temático que termina con una reclamación en la oficina de atención al cliente no puede haber sido bueno. Que el encargado te diga que han puesto "bastantes" reclamaciones no es buena señal. Se suele decir que en esta vida siempre hay una primera vez para todo, y mi experiencia en Ferrari Land fue eso, el primer parque que me hizo salir más triste de lo que estaba al entrar. El primer parque que me transmitió desilusión y que, en vez de hacerme sentir como un niño pequeño, sacó mi versión más adulta e insatisfecha.

La palabra para describir esta gran inauguración de Ferrari Land es decepción. Decepción por un concepto de parque con mucho potencial que se queda en un quiero y no puedo. Decepción por una campaña publicitaria millonaria que esconderá todas esas reclamaciones y quejas de los visitantes. Decepción al ver, una vez más, a Port Aventura estrenando algo antes de tiempo sin que estuviera listo. Decepción por unos precios abusivos, que lo único que pretenden es exprimir cada céntimo de nuestros bolsillos; en vez de poner una sonrisa en nuestra cara que nos haga regresar al parque. Decepción al ver como la marca Ferrari vendió un producto mediocre como increíble. Decepción, muy a mi pesar, al ver como Port Aventura volvió a equivocarse.

Como aficionado fiel a los parques temáticos, le daré una segunda oportunidad al parque. Confió en que la directiva haga caso a todas las críticas e intente, al menos, tener el parque a pleno rendimiento para el próximo mes.

La idea es buena, tiene potencial, pero necesita mucho trabajo, dedicación y esfuerzo para que salga adelante. El sueño de todo director es ver su parque lleno; y para ello debe estar capacitado para gestionarlo a la perfección en los casos más extremos.

Habrá que esperar para ver que le depara el futuro de Ferrari Land, un parque qué, si continúa en esta dinámica, está condenado al fracaso. Un parque temático hecho para atraer turistas con ganas de dejarse el dinero. Un parque, aunque me duela decirlo, que no se ha hecho pensando en nosotros, los aficionados de parques. Las personas que disfrutamos con esto y que nos dejamos el dinero de manera honesta. Ojalá Ferrari Land consiga encontrar su mejor versión; pero ahora, al menos durante un tiempo, será un parque que evitaré visitar. Diferente envoltorio, mismo problemas. Mucho ruido, pocas nueces.

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