El Pèndol, la atracción del Tibidabo que se desplomó el pasado 16 de julio y causó la muerte a una joven y heridas a otros tres adolescentes, se cayó por una mala construcción de la atracción, según un primer avance del informe pericial entregado en el juzgado, que, sin embargo, aún no puede avanzar el motivo definitivo del siniestro.

De hecho, el trabajo del perito no ha concluido, y hasta febrero no facilitará el resultado definitivo de su estudio. Por el momento, deja abierto varios interrogantes. El análisis pericial será el eje central para determinar las posibles responsabilidades del suceso y no ha estado exento de polémica, pues se discutió quién debía hacerse cargo del pago del trabajo, factura que finalmente ha asumido la Generalitat.

La investigación judicial, dirigida por el juzgado de instrucción número 2 de Barcelona, recibió un avance de este análisis pericial, en el que detalla que el Pèndol estaba mal instalado, mal construido sobre el terreno elegido para ser erigido. En este sentido, una de las cuestiones que más llamaron la atención, que los tornillos de sujeción al suelo estaban partidos, no es definitiva para explicar el siniestro: los tornillos se rompieron por la caída, y no se produjo la caída porque se rompieron los tornillos.

Ahora bien, el perito no puede determinar cuál es la causa definitiva del accidente, y apunta varias líneas de trabajo. Por ejemplo, que los cálculos para asegurar la fijación no eran correctos. O que sí lo eran, y no fueron seguidos para levantar el Pèndol. O que las sujeciones para que no se produjera un derrumbe no estaban bien aseguradas. O que no se estudió correctamente el terreno donde se ubicó la atracción, y que acumulaba mucha agua, lo que restaba dureza a la superficie.

Esta es la cuestión que ahora se debe determinar. En la actualidad se están analizando los materiales y los cálculos realizados para la instalación. El experto designado avanzó que el trabajo estará concluido el próximo febrero.

De hecho, este primer avance por escrito coincide con la impresión que se llevaron los técnicos en la primera inspección judicial de la atracción, que se desarrolló el pasado 30 de julio. Ese día, personal del Ayuntamiento, que explota el parque, se personó con otro perito para participar en la inspección judicial de la atracción, aunque entonces la magistrada no se lo permitió.

El Pèndol era la atracción estrella del parque de atracciones del Tibidabo. Situado en un extremo de las instalaciones, medía 38 metros de altura y pesaba cerca de 25 toneladas. En su brazo podían viajar cuatro personas, que eran levantadas hasta el máximo punto y caían al vacío en 2,8 segundos, a una velocidad de cien kilómetros por hora. Tras esto, el brazo describía un gran péndulo de cincuenta metros de longitud.

Se trataba de un ingenio fabricado por la empresa italiana Fabri, cuyos técnicos se desplazaron a Barcelona para la instalación sobre el encofrado llevado a cabo por Copisa. Según el Ayuntamiento, pasaba revisiones diarias, semanales y mensuales. Una de ellas se hacía con un aparato de rayos X que debía detectar los problemas de la parte enterrada, como el estado de los tornillos.

El sábado 16 de julio, poco después de las siete de la tarde, el brazo se rompió cuando estaba en movimiento y se desplomó sobre la atracción contigua, llamada la Mina d'Or, que consiste en un recorrido en vagonetas por un trazado acuático que recuerda al viejo Oeste. Hubo cuatro víctimas: una joven muerta y tres heridos. Eran las personas que iban colgadas en el Pèndol cuando este cayó. La fallecida tenía 15 años y era de Barcelona. Los lesionados también tenían entre 14 y 15 años.

Tras el siniestro, el Col·legi d'Enginyers revisó el estado de todas las atracciones, y algunas como Hurakán o l'Avió permanecieron cerradas hasta que se comprobó que estaban en buen estado y que no había peligro para los usuarios

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