"Nuestro parque se adapta a los tiempos"

El parque de nuestra infancia y adolescencia ha cambiado con el paso del tiempo. Ha sabido adaptarse a su público, el que lo hace sostenible. Si vas con niños o te gusta la adrenalina, disfrutarás. Sus sombras inigualables, sus colas de menos tiempo y la variedad de atracciones infantiles mejora la oferta para niños respecto a Warner. Y tarántula, tornado, top spin o lanzadera siguen siendo propuestas divertidas para los más lanzados. Si no estás en ninguno de estos grupos, quizá este no es tu parque, ni lo pretende. Han sabido eliminar lo peor de lo malo (no quiero recordar Fantasía, o el río de la Tranquilidad), para quedarse con las rides que aseguren un futuro viable en tan inciertos tiempos. Eso, sumado a un parque limpio y a un mantenimiento razonablemente al día, lo convierte en una oferta atractiva para ciertos perfiles. Podría ser mejor? Tal vez, pero no de una forma sostenible. Las pegas son obvias: se sacrifica la ride familiar, porque nunca fue un parque familiar, no nos engañemos. La tematización es postureo (tranquilidad? Naturaleza?), incierta, aunque los amagos son loables (hay rincones buenos sin querer, casi hasta dar rabia porque no se ha tematizado con un poco más de sentido). Y lo más flagrante: donde otros (como la compañía del ratón) han sabido tratar con respeto y honor a sus glorias, el Parque ha menospreciado sus símbolos. Sea la noria, sea la jungla. Un reopening de la jungla con un buen lavado de cara sería una gran noticia, aunque implique tener una coaster menos. Sin chicles, sí, pero me duele la trompa rota de ese elefante más que al propio elefante. No debe infravalorarse al visitante nostálgico, al de la tortilla de patatas en el merendero en los 90. Porque esa es la esencia del parque. No nos quiten el cóndor, las sillas o la jungla. O nos habrán quitado, sin querer, un pedazo de nuestra infancia y la oportunidad de contarles a nuestros hijos cómo un día fuimos felices en el bonito y emocionante parque de atracciones de Madrid.