The Amsterdam Dungeons (o las mazmorras de Ámsterdam) forma parte de The

Dungeons, una serie de "museos" por llamarlos de alguna manera donde te cuentan, de

manera interactiva y con actores, los episodios más oscuros de la ciudad. Os hablo del de

Ámsterdam, que es de momento el único que he visitado, pero también hay en Londres,

Edimburgo, York, Blackpool y Hamburgo.

Entramos con dos compañeras de la universidad, aunque quería venir más gente, pero ya se sabe: cada uno va un poco por libre y aquí teníamos que ir sí o sí, aunque fuéramos tres. Todo el recorrido por 11 salas totalmente tematizadas y con 7 actores a lo largo del recorrido es en Inglés, aunque en este caso también en Holandés si hay alguna familia que lo pide. Da igual que sepas inglés o no, porque cuando te saquen para demostrarte como torturaban antiguamente a la gente, se te olvidará todo. No contaré detalles, sino la experiencia, porqué se de algunos que irán dentro de poco, y no se lo tienen que perder.

Llegan los primeros sustos antes de que se abran las puertas de dos ascensores que te bajarán a las mazmorras. Uno de ellos es el bueno, y otro el malo. La familia holandesa que iba con nosotros, se metieron todos en uno, bien apretados, y a nosotros tres nos tocó entrar en el otro, sin saber a ciencia cierta si era un ascensor de verdad, si entraría alguien por una puertecita bien disimulada, o si se apagarían las luces.

Ese ascensor apenas ni se mueve, ves como el marcador va marcando cada vez pisos más bajos, aunque creemos que en realidad subió, ya que en todo el recorrido no paramos de bajar y bajar escaleras, como si aún bajáramos más en las mazmorras. Y se abren las puertas y te encuentras en las mazmorras, llenas de rocas, y con alguna celda. Nadie sale de su ascensor temiendo que nos vayan a asustar, ni apenas sabemos si el otro ascensor llevaba al mismo sitio. Esa sensación de no saber qué te espera al dar el siguiente paso, que tanto desconocemos por sabernos de memoria los pasajes del terror que hay en PortAventura.

Entramos en una cámara de la tortura, donde no se nos ocurre otra cosa que ponernos en primera fila. Y como es obvio, a una de las compañeras la encierran en una celda, y a mí me toca salir para hacer de víctima y que el verdugo enseñe qué usaban para torturar.

Pasamos a un muelle del siglo XVIII, donde  la camarera de un bar nos cuenta que hay un barco a punto de zarpar, y nos ofrece la oportunidad de salvarnos de que nos  recluten como esclavos. Tocará trabajar en él, incluso simular una lucha contra los españoles. No sé si llevábamos un cartel luminoso de "Somos españoles" pero eso jugó un papel muy interesante en varias salas.

Una mujer fantasma nos espera en otra sala, y un laberinto de espejos de lo más desconcertante nos hace llegar hasta la plaga que sufrió Ámsterdam, para llegar al Reaper: Drop Ride to Doom, una mini-ride que ocupa una sala enorme, y que te hace descolocar de si estás bajo tierra, a pie de calle, o dónde estás, ya que todo lo que hay alrededor del Dungeon son casitas pequeñas. Esta ride, como decía, ¡cuenta como un credit!

Simplemente la experiencia es genial, visitar un museo, ya que en el fondo lo es, porque te cuentan –de una manera distinta, muy original y trabajada- episodios de la historia de la ciudad. Si tenéis la oportunidad de visitar cualquier Dungeon, no dudéis en entrar, que pasaréis más de una hora de una forma entretenida y terrorífica.

¿No os gustaría un Dungeon aquí en España? Madrid, Barcelona (o los dos) sería una buena localización, y hay miles de cosas por contar!

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