El 5 de abril de 2002 se inauguraba Parque Warner Madrid (entonces llamado Warner Bros. Movie World Madrid), una década después de la apertura de Disneyland Paris.

Aunque la filial de la Walt Disney Productions había intentado instalarse en España, finalmente optó por París, al no llegar nunca los españoles a presentar unos terrenos aptos para el parque. Tres años más tarde, el 1 de mayo 1995 se inauguraba PortAventura.

Se inició entonces en Madrid una carrera por dotar a Madrid de un gran parque de atracciones. Los contrincantes eran, de un lado Alberto Ruiz Gallardón y la Comunidad de Madrid, del otro lado, José María Álvarez del Manzano y el Ayuntamiento de Madrid.

El Ayuntamiento barajaba como ubicación la zona de Valdebebas, dentro del municipio de Madrid (como no podía ser de otra forma al tratarse del Ayuntamiento) y muy cerca del Aeropuerto de Barajas.

Pero Gallardón se adelantó adquiriendo, a través de la empresa pública de la Comunidad de Madrid, Arpegio, unos terrenos de 544 hectáreas situados en San Martín de la Vega, a 34 km del centro de la capital y a 56 km del aeropuerto.

Comparada con Valdebebas, la ubicación era nefasta, pero con la puesta a disposición de los terrenos, Gallardón marcaba el tanto definitivo y sería él quien se colgase la medalla de traer un gran parque de atracciones a la región.


La construcción del parque correría por cuenta un consorcio público-privado formado por la propia Arpegio (Comunidad de Madrid), con un 43,6% de las acciones, Caja Madrid con el 21,82%, Fadesa con el 13,09%, El Corte Inglés y NH Hoteles con un 4,3% cada uno, Six Flags con el 4%, ACS-Dragados con el 3,4% y Necso, FCC y Ferrovial con el 1,7% cada una. Muchos cuestionaron que la Comunidad de Madrid emplease sus recursos en promover un negocio de este tipo, pero las promesas de una lluvia de visitantes e ingresos supieron acallar las voces críticas.

La gestión del parque se encomendó a Time Warner, filial de Warner Bross Pictures. Hablando en plata, “La Warner” apenas puso en euro para la construcción del parque, pero dirigía el diseño y lo supervisaba todo.

Pero volvamos a los terrenos. Además de estar lejos de Madrid y del aeropuerto, lo cual era un claro hándicap a la hora de captar visitantes, estaban situados sobre unos yacimientos de yeso de donde se extraía el 90% del yeso que consumía la Comunidad de Madrid entonces. Para hacernos una idea, en los campos en barbecho de la zona se pueden coger piedras de yeso del tamaño de una patata.

La presencia de del yeso añadió dos consecuencias negativas. Por un lado, las concesiones yeseras de la zona reclamaron sus derechos. Hubo que llegar a un acuerdo judicial con ellos en forma de indemnizaciones.

Por otro lado, la presencia de yeso en el suelo encareció significativamente las cimentaciones y, sobre todo, la explanada del parking de cerca de 160.000 m2.

En su primera visita al terreno del responsable de diseño de la Warner, acompañado de 5 ingenieros de la compañía, cogió una roca de yeso del suelo, del tamaño de una manzana y dijo: “El enemigo. ¿Alguien sabe por qué han elegido este sitio?” Cualquiera le explicaba que había sido un tema de oportunidad para que la Comunidad le ganara la mano al Ayuntamiento en la promoción del parque.


La construcción del parque costó 368 millones de euros, de los cuales la Comunidad de Madrid aportó 160 millones.

Pero la inversión de la Comunidad no se quedó ahí. Gastó 28 millones más para desdoblar 8 kilómetros de la M-506, entre la autovía A-4 y el futuro Parque Warner.

Y despilfarró 85 millones de euros en construir un ramal de Cercanías de 15 kmentre Pinto y San Martín de la Vega, la línea C-3a que el Ministerio de Fomento se había negado a construir por falta de rentabilidad social. En 2012 se cerró esta línea por falta de viajeros y se sustituyó por dos líneas de autobuses.

El proyecto se desarrolló bajo la expectativa de atraer 2 millones de visitantes anuales. Pero esta cifra se ha demostrado excesivamente optimista. En agosto de 2010, 8 años y medio después de su inauguración, el parque recibió a su visitante 10.000.000. Esto supone una media de 1,2 millones de visitantes al año.

La escasez de visitantes, seguramente motivada, entre otras cosas, por la mala ubicación del parque supuso que durante años Parque Warner acumulase pérdidas tras pérdidas. No fue hasta que se hizo cargo de su gestión Parques Reunidos (Parque de Atracciones de Madrid, Zoo de Madrid, etc.) cuando Parque Warner empezó a dar beneficios. En 2016, Parque Warner alcanzó los 1,8 millones de visitantes.

Seguramente, hubiese ido mucho mejor en Valdebebas, a 10 minutos del aeropuerto y próxima al centro de Madrid. Pero la oportunidad política se impuso y Gallardón tuvo su parque de atracciones. Lejos de Madrid, sobre unos terrenos yesíferos que incrementaron la inversión y con un tren que hubo que cerrar por falta de viajeros. Pero era su parque, no el del Ayuntamiento, y se colgó una medalla que, a la larga, ha pesado más de lo que ha brillado.

FUENTE ORIGINAL: https://burradas-urbanas.blogs...