El Parque de Atracciones de Vizcaya fue un parque de atracciones impulsado por la Diputación Foral de Vizcaya a principios de la década de 1970 y situado a muy pocos kilómetros del centro de Bilbao. Las autoridades provinciales vizcaínas lanzaron una convocatoria pública proclamando la necesidad que sentía toda la provincia de un lugar abierto, que sirviese de recreo a personas de todas las edades, con unas instalaciones que combinasen lo moderno y lo clásico y que ofreciesen el medio para el ocio más limpio y natural. En 1972 la Excelentísima Diputación de Vizcaya otorgó su confianza a la sociedad Parque de Atracciones de Vizcaya S.A., que fue expresamente constituida por tres entidades financieras y la empresa Parque de Atracciones de Madrid para la construcción y explotación del recinto.
 Los trabajos comenzaron en 1973 y el parque se inauguró en 1974, manteniéndose en funcionamiento durante más de quince años, hasta que fue clausurado en el año 1990 debido a la baja afluencia de público. Actualmente se encuentra en desuso y en estado de ruina.

Inicios

A principios de la década de 1970 Vizcaya vivía los últimos años del franquismo, el régimen agonizaba y la sociedad civil demandaba urgentemente un cambio político, social y económico. Vizcaya era una de las provincias más prosperas del España debido a la actividad industrial y durante los años previos a la transición se hicieron esfuerzos para llegar a la sociedad del bienestar que se estaba consolidando en el resto de Europa.

En 1972 la empresa gestora del Parque de Atracciones de Madrid en la Casa de Campo convenció a la Diputación de Vizcaya de la idoneidad de construir un complejo recreativo en Bilbao, en las afueras. El 31 de mayo de 1972 se publicaba en el Heraldo Provincial la disposición de tres importantes entidades de hacerse cargo del proyecto.1 EL 28 de julio de aquel año se creó la sociedad Parque de Atracciones de Vizcaya Sociedad Anónima, compuesta por Parque de Atracciones de Madrid, la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao, la Caja de Ahorros Vizcaína y Bankunión, para la construcción y explotación del recinto. El 9 de julio de 1973 comenzaron los trabajos y en 14 meses 270 obreros de la empresa Edificios y Obras S.A. construyeron el parque tras haber utilizado 13 toneladas de dinamita para remover alrededor de 300.000 metros cúbicos de tierra. Con una inversión que ascendió a 515 millones de pesetas (3,1 millones de euros), daba trabajo a 130 empleados y en su tiempo se le consideró el más moderno y mejor parque de atracciones de Europa.

Inauguración

La idea era inaugurar el parque en el verano de 1974, a principios de julio, pero a pesar de la celeridad con la que se habían llevado a cabo los trabajos el parque no pudo estar completamente acabado para ese mes. La expectación aumentaba en la ciudad, así que con el fin de evitar una afluencia masiva de público la inauguración oficial se programó un miércoles, el 14 de agosto de 1974.
 Pero el 13 se anunció un nuevo aplazamiento de diez días, hasta el 24 de agosto... Hasta que por fin el día 14 de septiembre, sin fastos oficiales y con el verano casi terminado, el Parque de Atracciones de Vizcaya abría sus puertas a las 6 de la tarde.

El día de la inauguración el parque estaba compuesto por las atracciones, la pista de Karting, y la mayor parte de los locales hosteleros; el auditorio no se inauguró hasta el año 1975 y faltaban aún por llegar el zoo y las instalaciones deportivas. El parque se fue completando hasta el final de la década de los 70 con zonas verdes, merendero y el auditorio para 4.800 espectadores. Entre sus cifras destacaban los 250 metros de largo por 20 de ancho de la avenida principal, las 75 toneladas de peso de la montaña rusa, los 2000 metros cuadrados del porche de la entrada, los 22 kilómetros de cable subterráneo para la instalación eléctrica o los más de 11 kilómetros de tubería de suministro de agua y saneamiento.

Funcionamiento

Como era de esperar, esta iniciativa tuvo una gran acogida, tanto por el público como por los medios de información, y se vio refrendada con la gran afluencia de público que fue a disfrutar de las instalaciones, llegando a recibir 447.000 personas en el año 1975. Durante sus primeros 3 años de existencia el Parque de Atracciones de Vizcaya se convirtió en la principal referencia de ocio en Vizcaya.

Había atracciones fundamentalmente para niños (tiovivos, mini-motos, coches Ford T sobre raíles, fuerte y campamento indio...), pero también para adultos (Montaña Rusa, Karting, Tren Fantasma, Gusano Loco...).2 El recinto estaba perfectamente equipado con un gran aparcamiento, cafeterías, restaurantes y puestos de dulces y golosinas. Gente de Vizcaya y de otras provincias limítrofes acudían al parque, que vive en la década de 1970 sus mejores años. En sus primeros años de vida el Parque de Atracciones, siendo la gran novedad, tuvo un más que notable número de visitas. En la década de 1980 el plan de un día entero en el parque era muy normal, preferiblemente en verano. La asistencia al parque en otoño o en invierno bajaba drásticamente hasta el punto de tener que cerrar muchos fines de semana durante esos meses.

Una línea de autobús subía desde Bilbao hasta el complejo, siendo escasa su frecuencia al principio y ampliándose más tarde. Aun así se generaban enormes retenciones.

En 1975 se inauguró el mini-zoo, muy popular y con gran variedad de animales, y en 1978 la piscina, para la cual había que pagar entrada aparte. Fue durante mucho tiempo la mejor piscina de Vizcaya, aunque en mal emplazamiento. Durante años se inauguraba al menos una nueva atracción por año, pero había indicios de que la cosa no iba bien del todo, y esto se vio acentuado con la crisis industrial que vivió Vizcaya entre 1982-1984. El parque quiso en 1981 modernizarse para tratar de relanzarse, pero la crisis vizcaína lo impidió.

El Parque de Atracciones de Vizcaya se convirtió en un emblema de la nueva Vizcaya, que había sido cimentada a base de industria, capital y trabajo, pero que con la reconversión industrial de principios de los 80 miraba hacia un futuro incierto.

Declive

El número de visitantes estimado siempre estuvo muy por debajo de las expectativas de los promotores. 
La cifra estimada era de un millón y medio de visitantes al año, pero esta previsión nunca se materializó en más de 500.000 visitantes.

El principal hándicap era que el complejo estaba demasiado alejado del casco urbano bilbaíno y su emplazamiento en pleno monte no era muy atractivo. Las sinuosas carreteras, el mal estado de la calzada y la estrechez de la misma provocaban importantes retenciones. El mismo día de la inauguración hubo atascos de más de una hora tanto como para ir como para volver. La recomendación de utilizar el autobús mermó el número de visitantes, pues a la incomodidad de depender de horarios se unían los altos precios. La climatología adversa (niebla, lluvia y viento) tampoco ayudaba, así como el elevado precio de las entradas.

En 1981 se realizó una ampliación de capital por valor de 300 millones de pesetas (casi de 2 millones de euros). A partir de 1985 el descenso de público se hizo imparable y se comenzó a especular con la desaparición del parque. En 1988 la situación era límite (solo 120.000 asistentes) y la Diputación Foral de Vizcaya decidió hacerse con el 77% de las acciones del Parque mediante una inversión de 144 millones de pesetas (alrededor de 900.000 euros), con lo cual pasó a ser propiedad pública con el objetivo de mantenerlo, potenciarlo y ampliarlo.. En 1989 se inyectaron otros 50 millones de pesetas (300.000 euros) para reforzar y relanzar el parque.
 Se lanzó una gran campaña de publicidad y se habilitaron autobuses gratuitos desde el centro de Bilbao. El ejercicio se saldó con pérdidas de 188 millones de pesetas (1.130.000 euros) que sufragó la Diputación mediante una partida especial en los presupuestos de 1990.

Ese año se encargó un estudio de viabilidad que puso en relieve la nula rentabilidad social y económica del recinto. El estudio propuso dos opciones para dotar de competitividad al recinto, pero las dos requerían grandes cantidades de dinero. 
La primera opción consistía en una inversión de 1150 millones de pesetas (7 millones de euros) y necesitaba un millón de visitantes al año para amortizarse.
 La segunda consistía en una inversión de 347 millones de pesetas (más de 2 millones de euros) y requeriría de 640.000 visitantes anuales.
 Ni en los mejores años del parque se alcanzó el medio millón, por lo que con las cifras en la mano mantener el parque era demasiado gravoso para la Diputación y las entidades. Además los conflictos laborales de la plantilla con la empresa, que incluyeron huelgas de hambre, parones en horario laboral y reparto de octavillas no hicieron otra cosa que empeorar la lastimosa situación. Los trabajadores reclamaban mejoras salariales y la equiparación con los funcionarios de la Diputación. Estas peticiones se tuvieron presentes a la hora de tomar la decisión definitiva. Se acordó la disolución de la empresa y la clausura del recinto.

Fuente: wikipedia.org

 

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