ii.

Un desayuno reconfortante aunque bastante rápido, cuando el sol ya había salido en casa de Anna, aunque aún estábamos en ese momento de un día festivo en el que dices "Por favor dejadnos unas horas más durmiendo".

Cogimos los coches con destino Hotel PortAventura. En el nuestro, Carlos y un servidor, iban acompañados del I wanna go de Britney Spears nos despertó completamente, íbamos entregados a la princesa del pop, mientras el sol entraba todavía tímidamente de buena mañana por los cristales. No sé si decir que esto fue un momento bucólico o de after, ya que esa entrega que teníamos no era normal a horas tempranas.

Yo recordaba que antes en este hotel para entrar en coche había uno de seguridad, que te pedía el nombre de la persona que ira en la habitación y tal... ¡Vivan los recortes! Porque allí no te pedían nada de nada, ni había nadie. Buscamos un sitio en el parking, porque ya había bastantes coches y nos fuimos al hall donde de primeras vi al Woody vampiro que estaba siendo explotado como transporta maletas. La cosa está muy dura hasta para el pájaro loco que le tenían multiempleado, o al menos eso pensábamos nosotros...

...Lo que no sabíamos es que ese mismo Woody se nos acercaría más tarde para jugar con nosotros. En principio para hacernos una foto pero cuando llegó Anthony con su particular y cariñoso saludo aquello se convirtió en un enfrentamiento humano-pájaro. Comenzarán a correr por todo el hall, por la plaza del hotel, le amenazaría de muerte, le agredería con cojines o lo que encontrara (hay fotos, sí), más adelante le robaría la maleta al otro Edu... ¡Que nos den lo mismo que haya tomado él para desayunar! A todo esto Tricky, el monstruo de las galletas en un momento que nos sentamos apareció detrás dándonos un susto bastante importante. Claro, que estamos en Halloween ¿Qué esperábamos?

Quedándonos en la entrada de los coches parecíamos que éramos los recepcionistas del HV, o que estábamos haciendo la calle –que tal y como está el patio ese dinero nos vendría muy bien-. Allí saludamos a algunos nuevos del viaje que aparecieron por la recepción, para intercambiar opiniones. Pasado un rato y unidos a la gente del pre Voyage, así como a Laura y Ramón que llegaban también a esa hora, nos fuimos camino del parque tras una hora y media en la recepción entre pitos y flautas.

Vimos parte del Welcome Show: un espectáculo bastante entretenido así de primeras, casi te daban ganas de bailarte el Everybody de los Back Street Boys junto a los vampiros, vampiras y el Woody –que estaba en todos lados, si no fuera porque sabemos que hay varíos pensaríamos que estaría agotado al final del día-. El despeje final fue con un Furius Baco, aún con el paso de los años no puedo parar de gritar cuando nos lanzan a toda velocidad. Entre tanto se nos unió Sonia, que venía con Èric, al grupo que nos habíamos montado.

El parque andaba semivacío y había que aprovechar, una visita a los rápidos del Gran Cayon donde una ola gigante a cámara lenta nos mojó a Bea y a mí. Los demás, lease Carlos, Èric y el otro Edu, se quedaron bastante sorprendidos de este momento.

Tras hacer "un Amaia Montero" –vosotros sabéis de que viene esto- en el Silver River Flume, mientras se hablaba de todos aquellos que han estado en los EEUU viendo parques temáticos (Tranquilo no os odio) nos encontramos con el predicador para el que todo es pecado... de repente perdimos a parte del grupo mientras íbamos andando por el Far West hasta que nos dimos cuenta que habían entrado en Love of Vampires, el mejor espectáculo de Halloween de este año. Podemos salir tranquilos de allí, al menos a Sonia que le libraron de todos los pecados. Los demás seguiremos siendo pecadores. Una Coca Cola a la sombra siempre sienta bien. Buenos actores, números musicales, terror en su justa medida... Un momento tenso relajado a media mañana.

Al salir sesión de fotos en el tren abandonado, como éramos poco, pues había fotos por partes, en conjunto, solitarias. Después llegaba un clásico, repartirnos en dos grupos en la Stampida, uno de los trenes iba sólo lleno de gente del HV, porque somos así de chulos nosotros (movimiento de pelo) Al bajar decidimos enfrentarnos al miedo: Horror in Penitence, Ays que miedo pasamos, bueno algunos más que otros, sobre todo gracias a Anthony o Manu que son muy buena gente y nos asustaban a los que somos más sensibles... así con ganas para que nos lo pasáramos mucho mejor.

Era ya hora de reponer fuerzas que teníamos hambre. La Cantina es un clasicazo, así que justo cuando estábamos seleccionando que comer empezó La Muerte Viva. Yo me decanté por unos macarrones y unos aros de cebolla. Vimos al espectáculo casi al completo. Aunque tratáramos de hablar entre nosotros y ponernos al día, ya que a muchos hacía un año que no les veíamos.

Al salir una parte decidió irse para el hotel, los rivales más débiles. El grupo de supervivientes, El otro Edu, Carlos, Marc y yo preferimos seguir dando vueltas aprovechando que el parque estaba cuasi desierto: Pasamos mucho acojone subidos a Hurakan Condor, como si fuéramos nuevos, cuando se inclinó la góndola en las alturas (El grito de pánico aún se recuerda...), y después despedimos a Marc (eres el rival más débil, adiós) cuando entramos al Templo del Fuego, donde parece que todo iba con prisas y a toda leche... con lo que nos gusta esta atracción, no hace falta acelerarlo.

Para clásicos subir al Dragon Khan dos veces, para a continuación volver a ser niños en Sesamo Aventura: Si, que la zona no pega ni con cola, pero es que ¡LOS MAGIC FISH SON TAN DIVER!, que nos lo pasamos bomba jugando a derrapar con el agua. ¡Corred! ¡Que hemos quedado con gente en el Tutuki Splash!. Yo no quería subir, aunque como los otros dos miembros de la expedición decían que "No moja nada"... tras la primera caída ya goteaban todos los poros de mi piel y allí en el puente habían llegado Edu y Cristian, con buena parte de más gente saludándonos, ya con la segunda caída ni os cuento mi cara en la caída de "¡Me voy a empapaaaaaaaaaar!". Lo bueno es que al bajar pude recibir a los dos nuevos del día con un fuerte abrazo mojado... Tranquilidad, que con el calor que hacía tampoco les molestaba mucho.

Pero Carlos y yo teníamos una misión fuera del parque, así que debíamos abandonar al grupo a toda velocidad.

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