Si, ya lo se, este post tiene una pinta de catastrofismo que no hay quien se la quite, pero oiga, me voy a dar el gusto de actualizar (por fin) mi blog y estrenar el nuevo diseño con uno de los temas que más me gustan, las catástrofes.

Podría caer en el absurdo de limitarme a un solo tipo de sucesos naturales, pero claro, uno enciende la televisión un lunes y se ve una miniserie de la Pantoja montando un drama con la desaparecida Encarna y a uno le entran ganas de liarse a martillazos con la pantalla por muy plana y cara que sea. El lavado de imagen de esta señora y la transformación de Encarna en un diablo metido dentro de un armario lleno metrallas cosechó un share un tanto insultante por no decir vergonzoso. Al final, queda bastante claro que por mucho que no queramos, tenemos la TV que nos merecemos. Gritemos un URRA! a la televisión por cable que nos ofrece canales temáticos donde evadirnos de estos espectáculos amarillentos a más no poder. Y por supuesto a La2 por emitir cada lunes una buena película.

Dejando a un lado el amarillismo, me voy a meter de lleno con el rojo, ese color que tanto le gusta a nuestra Valenciana mas dicharachera, la de los petardos, Rita Barberà.Debe de ser bastante chocante que después de tantos años al lado de su amigo Camps dando saltitos en el balcón después de cada Mascletà, ahora se encuentre con que los de abajo lo que le gritan es todo lo contrario. No voy a aplaudir la decisión de manifestarse en este acto festivo ya que no me parece bien por muy justificados que sean los motivos, pero me voy a permitir una reflexión:

Si en vez de derrochar tantísimo dinero público en macro eventos y megaconstrucciones ruinosas, lo hubiéramos invertido en educación, sanidad, I+D ... ¿estaríamos tan mal?

Hemos sido el punto referente del turismo durante décadas, nuestro clima y nuestra gastronomía ha favorecido con creces que la CV sea uno de los lugares más turísticos de España. Pero claro, la ambición de muchos ha vuelto en nuestra contra esta suerte, amontonando ladrillos en infinitas urbanizaciones que se han cargado tanto el interior como la costa, perdiendo esa identidad de la que tanto nos gusta hablar, pues por mucho que no queramos, nuestra CV ya no es lo que era. En vez de revalorizar, cuidar y reforzar cada una de las virtudes de las que disponían nuestras poblaciones, nos hemos empeñado en hacer todos lo mismo. Campos de golf y adosados. Si no os parece catastrófico, os invito a daros una vuelta por Castalla Internacional y después me lo contáis.

Pero lo más preocupante no es todo esto, si no el virus en el que nos hemos convertido para este planeta. Estamos agotando los recursos naturales a una velocidad de vértigo. Negar el cambio climático es negar la mayor e intentar paliarlo una misión imposible pues el nivel de dependencia que hemos adoptado es irreversible, sumándole la poca conciencia social sobre este tema, tan olvidado como lo está siendo la Solidaridad, que ha pasado a un segundo plano de golpe y porrazo ya que de ayudar, la mayoría a pasado a necesitar ayuda.

Mirando hacia arriba, a uno le da la sensación de que hemos sido abandonados para ver hasta donde somos capaces de llegar sin caer al abismo que estamos bordeando.

Todo se acentúa, la gente en la calle cada vez está mas enfadada. El conflicto nuclear entre países es una olla a presión. El derrame de sangre por las diferencias entre religiones crece. La política cae en picado ante el desplome y la pérdida de rumbo del PSOE, los extremismos del PP y el poco apoyo que los partidos minoritarios reciben sorprendentemente de los ciudadanos.

A lo que iba, si el mundo no acaba con nosotros, nosotros mismos lo haremos.

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