Un gigante ha aparecido en medio de la tempestad. Mientras cuatro titanes bregan en España contra un marasmo de cifras negativas y la ventolera de la crisis, Paramount se suma a la pelea. En medio de un negro panorama para los parques temáticos, los estudios de cine estadounidenses anuncian la puesta en marcha de otro megarecinto en Murcia. No pondrán dinero, sólo su marca. Ya se dice que podría crear 20.000 empleos, atraer tres millones de turistas y generar 15.000 plazas hoteleras. Sólo el tiempo dirá si el gigante tiene los pies de barro. Uno más.

Al norte, al pie de los rascacielos de Benidorm, Vicky el Vikingo, Heidi y la abeja Maya han sido los últimos en acudir al rescate de un coloso maltrecho. Pero los frotes de nariz, los cantos tiroleses y el país multicolor no han sido suficientes para obrar el milagro. El uso de famosos personajes animados, el enésimo intento de los propietarios de Terra Mítica por reflotar el parque temático alicantino, no ha impedido que el faraónico sueño de ocio en torno a las antiguas civilizaciones mediterráneas, ideado a mediados de los 90 por la Generalitat de Eduardo Zaplana, siga siendo eso: un anhelo, no una realidad. Las cifras siguen cayendo a mayor velocidad que si viajaran en la 'Magnus Colossus', la mayor montaña rusa de madera de Europa. El complejo perdió el año pasado 16,4 millones. El anterior, otros 15. La deuda asciende ya a 60. Este año apenas superará el medio millón de visitantes. Una menudencia si se compara con los cuatro millones que las oníricas previsiones iniciales pusieron como alpiste a la hoy maltrecha gallina de los huevos de oro.

El cierre temporal durante seis meses que el grupo gestor Aqualandia-Mundomar anuncia para el mes que viene con tal de lavar la cara del parque (un baño de 15 millones en forma de zonas verdes, áreas de agua y mejora de las atracciones) no sólo angustia a sus 612 trabajadores. La noticia es un nuevo nudo en la soga que desde hace años atenaza el gaznate financiero de los cinco parques temáticos españoles (el Parque de Atracciones de Madrid se incluye ya en la misma categoría que los cuatro 'clásicos': Terra Mítica, Port Aventura, Parque Warner e Isla Mágica). Apenas sólo el recinto tarraconense enseña a la crisis los colmillos de su icónico Dragon Khan. La facturación de los parques temáticos ha caído en el último año un 14% (hasta los 207 millones) y el número de visitantes (7 millones) ha menguado un 10%, según un informe de DBK.

¿No gusta a los españoles el cóctel de diversión, adrenalina y megacomplejos? Antonio Peláez, presidente de la Asociación Española de Parques Temáticos y de Atracciones, hace examen de conciencia. «Hemos estado pagando nuestros pecados de juventud, pero yo creo que ahora andamos en el buen camino de adecuar los costes a los ingresos». Peláez, también director general de Isla Mágica, pone al mal tiempo buena cara y culpa a las «irreales expectativas» generadas por los «expertos y maravillosos socios norteamericanos» que impulsaron los primeros parques.

El 'coco' de las fiestas populares

Antonio Peláez usa la ironía. Grandes multinacionales como Universal o Paramount colocaron sobre la mesa estudios de mercado con previsiones de visitantes a imagen y semejanza de los gigantes estadounidenses (los cinco parques de Disney en Orlando reciben unos 40 millones de visitantes anuales). Hablaron de hasta 1,6 millones de turistas para Isla Mágica, el doble de lo que registra. Las astronómicas inversiones «se hicieron en base a ello». En Terra Mítica se enterraron 300 millones. Y la andadura empezó con el pie cambiado. El veterano de los parques temáticos españoles es también el único que puede lucir la medalla de rentable. Quince años después de nacer, Port Aventura sigue siendo un bastión en Salou. Pero ni siquiera su velocidad de crucero se mantiene tan estable como los 110 km/h de su famosa montaña rusa. La perla del ocio de la Costa Dorada tuvo el año pasado 4,5 millones de beneficios. Mucho habrá tenido que ver la crisis en el descenso del 15% en su facturación. Aun así, sus colegas de diversión admiran sus cifras de visitantes: 3,3 millones en 2009. Y eso que es su dato más bajo de la última década. Las tarifas no ayudan demasiado. Una familia tipo española de dos adultos y dos hijos menores deberán sacar del bolsillo 158 euros sólo para poder pasearse por Polynesia, China, México o el Lejano Oeste. Comida aparte, porque no está permitida la entrada de alimentos al complejo. Los responsables de Port Aventura conocen uno de los talones de Aquiles de este tipo de recintos y este año no han aplicado subida de precio, aunque sigue teniendo la tarifa más cara del sector.

Sus 2.400 empleados (este año han recibido un 30% más de solicitudes de empleo) igual se disfrazan de dibujos animados, que se juegan el tipo en espectaculares rodeos o danzan entre el fuego en espectáculos tribales. A ellos se sumarán el año que viene los míticos personajes de Barrio Sésamo. Tal vez el secreto del éxito de Port Aventura esté en la diversificación de su negocio, en que es algo más que un parque temático. Cuatro hoteles con 2.000 plazas, un campo de golf y otro parque acuático lo convierten casi en un 'resort' de turismo. Quizás por ello la joya de Salou también da ejemplo en la gran asignatura pendiente de los parques españoles: los visitantes extranjeros. Un tercio de los que compran una entrada vienen de más allá de nuestras fronteras. «No es tan fácil esperar que la industria europea de parques temáticos alcance niveles comparables a los norteamericanos». Ana María Fuertes y Carlos Abel Molina, catedrática y profesor de Economía Aplicada de la Universidad Jaume I, ya auguraban las dificultades que podrían afrontar estos recintos. No sólo tener que 'combatir' con otras atracciones «mucho más consolidadas» como ferias o parques de atracciones (en España hay censados unos 150 recintos de ocio de este tipo). «También hay gran variedad de fiestas populares como las Fallas, los Sanfermines o la Feria de Sevilla que pueden influir negativamente en la demanda potencial de los parques. Son bienes sustitutivos desde el punto de vista de la distribución del tiempo de ocio», según su estudio 'Los parques temáticos como estrategia de producto'. El turismo de 'sol, fiesta y playa' es un duro rival.

Con el tirón de Bugs Bunny, Piolín y otros personajes de la Warner surgió en 2002 el benjamín de los parques temáticos. Los inicios del complejo madrileño fueron prometedores. Pronto rebasó los dos millones de visitantes y nadie dudó que lograría el objetivo con el que nació: hacer sombra a Port Aventura. Pero 2006 marcó el declive. Ese año superó a duras penas el millón de entradas vendidas y su deuda se disparó: 240 millones. El Gobierno madrileño, dueño del recinto, tomó una decisión: cedió la explotación a Parques Reunidos, una máquina de hacer dinero. Propietaria de 68 centros de ocio en Europa, la firma logró que en 2009 se rompiera el techo de 1,5 millones de visitantes. Aunque sobre Warner aún pesa una deuda cercana a los 200. El Pato Lucas, Silvestre y sus colegas tienen gancho, pero quizás no tanto. «Ningún otro operador mundial de parques está capacitado para desarrollar una marca de manera tan formidable como Disney», explican Fuertes y Molina.

Los parques temáticos se aferran a su supervivencia argumentando el beneficio que su existencia supone para su área de influencia. Por cada euro que un visitante se deja en la sevillana Isla Mágica, tres más van a parar a hoteles, restaurantes y otros negocios. Antonio Peláez subraya la cifra y la hace extensiva a todos los complejos. Y añade otra para el parque de la Cartuja: «Ese año tendremos más de un millón de visitantes». El dato supera la media anual de 850.000, aunque el parque andaluz también está en números rojos, de color poco intenso (-3,3 millones), pero rojos. Como Terra Mítica, su vecino de la Costa Blanca, el recinto de la Cartuja mira también con envidia a su hermano mayor de Salou con un mismo anhelo: luchar para seguir siendo realidades y no acabar convertidos en mitos.

Un gigante ha aparecido en medio de la tempestad. Mientras cuatro titanes bregan en España contra un marasmo de cifras negativas y la ventolera de la crisis, Paramount se suma a la pelea. En medio de un negro panorama para los parques temáticos, los estudios de cine estadounidenses anuncian la puesta en marcha de otro megarecinto en Murcia. No pondrán dinero, sólo su marca. Ya se dice que podría crear 20.000 empleos, atraer tres millones de turistas y generar 15.000 plazas hoteleras. Sólo el tiempo dirá si el gigante tiene los pies de barro. Uno más.

Al norte, al pie de los rascacielos de Benidorm, Vicky el Vikingo, Heidi y la abeja Maya han sido los últimos en acudir al rescate de un coloso maltrecho. Pero los frotes de nariz, los cantos tiroleses y el país multicolor no han sido suficientes para obrar el milagro. El uso de famosos personajes animados, el enésimo intento de los propietarios de Terra Mítica por reflotar el parque temático alicantino, no ha impedido que el faraónico sueño de ocio en torno a las antiguas civilizaciones mediterráneas, ideado a mediados de los 90 por la Generalitat de Eduardo Zaplana, siga siendo eso: un anhelo, no una realidad. Las cifras siguen cayendo a mayor velocidad que si viajaran en la 'Magnus Colossus', la mayor montaña rusa de madera de Europa. El complejo perdió el año pasado 16,4 millones. El anterior, otros 15. La deuda asciende ya a 60. Este año apenas superará el medio millón de visitantes. Una menudencia si se compara con los cuatro millones que las oníricas previsiones iniciales pusieron como alpiste a la hoy maltrecha gallina de los huevos de oro.

El cierre temporal durante seis meses que el grupo gestor Aqualandia-Mundomar anuncia para el mes que viene con tal de lavar la cara del parque (un baño de 15 millones en forma de zonas verdes, áreas de agua y mejora de las atracciones) no sólo angustia a sus 612 trabajadores. La noticia es un nuevo nudo en la soga que desde hace años atenaza el gaznate financiero de los cinco parques temáticos españoles (el Parque de Atracciones de Madrid se incluye ya en la misma categoría que los cuatro 'clásicos': Terra Mítica, Port Aventura, Parque Warner e Isla Mágica). Apenas sólo el recinto tarraconense enseña a la crisis los colmillos de su icónico Dragon Khan. La facturación de los parques temáticos ha caído en el último año un 14% (hasta los 207 millones) y el número de visitantes (7 millones) ha menguado un 10%, según un informe de DBK.

¿No gusta a los españoles el cóctel de diversión, adrenalina y megacomplejos? Antonio Peláez, presidente de la Asociación Española de Parques Temáticos y de Atracciones, hace examen de conciencia. «Hemos estado pagando nuestros pecados de juventud, pero yo creo que ahora andamos en el buen camino de adecuar los costes a los ingresos». Peláez, también director general de Isla Mágica, pone al mal tiempo buena cara y culpa a las «irreales expectativas» generadas por los «expertos y maravillosos socios norteamericanos» que impulsaron los primeros parques.

0